En el mundo vertiginoso de hoy, la capacidad de pensar críticamente es un recurso invaluable. Nos permite optimizar nuestra capacidad intelectual y convertir las ideas en soluciones para problemas reales. Pero ¿qué significa realmente el pensamiento crítico? Se trata de la habilidad de cuestionar, analizar y evaluar la información de manera objetiva, en lugar de aceptarla sin más. Es un proceso que se vuelve cada vez más crucial en una era donde la información fluye de manera constante.

La hipermodernidad es un término que abarca a todas las generaciones: jóvenes, adultos y la niñez. En la actualidad, todos tenemos a nuestra disposición dispositivos electrónicos que nos otorgan acceso instantáneo a información sobre prácticamente cualquier tema. Aunque esto es un avance tecnológico increíble, también conlleva un desafío significativo: la necesidad de discernir entre información confiable y no confiable.

Muchas veces las noticias están tendenciosamente dirigidas a ciertos objetivos de grupos políticos o de marcas publicitarias, que nos hacen creer fervientemente que necesitamos consumir algún producto o servicio para que nuestras vidas tengan sentido, aunque podría ser sólo un asunto vano; o incluso, la información contenida en la internet no siempre es fidedigna, hay fake news e imágenes generadas con inteligencia artificial que en ocasiones, ligadas a noticias reales, le pueden hacer creer a la gente que son verídicas, como la imagen viral de Donald Trump siendo arrestado por los policías en las calles de Florida, o la famosa imagen del Papa Francisco, portando una chamarra estilo Balenciaga, o incluso, cargando una metralleta, en fin, varias imágenes, que a veces traen al mundo de cabeza. Tampoco todo libro contiene la verdad absoluta, ni su contenido tiene que ser válido sólo por tratarse de un libro o de un comentario publicado. Debemos indagar la confiabilidad de la plataforma, así como la formación y la experiencia del autor, su ideología y de esa manera podemos ver qué tan formal es su postura.

Hoy hay una tendencia a publicar todos los sucesos en la vida de una persona, ya que se cree que si no se publica no sucedió para los demás, y así vemos las redes sociales plenas de personas que muestran su aparente felicidad, pero quizá en la realidad no sea tanta, como lo expresan sus frases en los memes, las reuniones con amistades que sólo se ven los días en que se han tomado esas fotografías publicadas, las fotos de los viajes, los logros y los títulos conseguidos, etc., pero, ¿qué es lo que realmente quieren expresar las personas con todo esto?, ¿cómo se sienten verdaderamente esas personas?, creo que pensar críticamente, también nos debe aproximar a detectar la solicitud de cercanía y de atención de esas personas queridas, o de las otras que están en nuestro entorno y que a través de dichas publicaciones están visibilizando de alguna manera, su estado anímico, sus alegrías, sus tristezas, sus malestares, etc. No sólo es dar “Like” o “Me encanta”, sino cuestionarnos cómo podemos ayudar y dar apoyo verdadero.

Pensar críticamente, también nos debería permitir el cuestionamiento profundo de cada suceso que leemos o escuchamos en las noticias, acerca de nuestra situación económica, política y social, desde lo local, hasta lo global, qué implica lo que nos están informando, como nos afecta esa situación, qué implicaciones tenemos como sujetos en dicha situación y cómo nos permite eso resolver problemas o ayudar a otros a resolverlos, por qué y para qué nuestros padres nos daban ciertos consejos, por qué los maestros nos brindan algunas recomendaciones, por qué sugerirá el médico cierto tratamiento, y reflexionar en estas preguntas, llevarlas a un plano de razonamiento, que en todas las ocasiones nos permita ubicarnos como sujetos, agentes del cambio, pensantes activos y no miembros de un rebaño fácil de conducir a donde sea.

Como cuando Alicia (Lewis Carroll) pide al gato de Cheshire que le indique qué camino debe tomar en la encrucijada de tres vertientes y éste, apelando a buscar en ella su razonamiento, le pregunta que a dónde va, ella le dice que no lo sabe, y él entonces, buscando su pensamiento crítico, le indica que tome cualquier camino, porque cualquiera la llevará a ningún lado. Así ocurre cuando no tenemos claro lo que queremos, qué buscamos y a dónde queremos llegar, podemos creer todo lo que nos digan y dar por válidos todo tipo de opiniones de lo que debemos hacer y pensar, lo cual nos llevará a ningún lado, o peor, a donde otros quieran llevarnos.

Tampoco es que lo que deba ocurrir sea la incredulidad llevada al máximo, desconfiar de todos y por todo, que lleve incluso a la gente a evitar el uso de vacunas, métodos, la tecnología actualizada Dudar metódicamente, como planteaba Descartes, nos debe permitir que podamos resolver nuestros problemas, de los más simples a los más complejos, a través de no asumir argumentos que parezcan muy reales, muy ciertos y muy bellos, pero que en el fondo sean fantasías, falsedades o ficciones.

Por otro lado, hay que considerar que la opinión es subjetiva y tenemos derecho a expresarla como algo meramente personal, por ejemplo, nos puede encantar una película o un libro, que quizá la crítica experta haya destrozado porque considere que no son valiosos, pero ante nuestro pensamiento crítico, podremos detectar que en lo particular nos brindan algo muy especial y no por ello debemos dejar de considerarlos valiosos.

Pensar críticamente te aproximará, aunque sea sólo un poco, a tu libertad de decidir qué quieres hacer, a dónde quieres ir y en qué tipo de persona te quieres convertir.

Texto trabajado por la Psic. Adriana Alcaraz, docente en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad la salle Bajío.