El Día Internacional de la Mujer se ha conmemorado desde hace más de un siglo. A lo largo de los años, el mes de marzo se ha convertido en un periodo de reflexión sobre los temas más acuciantes en torno a las condiciones de vida de las mujeres. En este contexto, tienen lugar movilizaciones, encuentros y muchas otras actividades con las que se busca visibilizar temas y puntos críticos al respecto.

En el marco de la conmemoración del #8M de 2023, dialogamos con la Dra. Dorismilda Flores Márquez, Profesora e Investigadora de Tiempo Completo en la Facultad de Comunicación y Mercadotecnia de la Universidad La Salle Bajío. Es experta en comunicación, internet y estudios sociales, y ha estudiado durante años la relación entre la tecnología, el espacio digital y los movimientos sociales.

En esta entrevista, la académica comparte un análisis crítico sobre la visibilidad, el reconocimiento y la justicia en torno a las mujeres. De igual manera, expone su visión sobre el futuro, el rol de las tecnologías y las instituciones.

Hace más de cien años que se conmemora esta fecha. Es común que, con el paso del tiempo, en cada fecha, se dé por sentado que se ha logrado todo o no se ha logrado nada ¿Qué balance harías tú?

Creo que sería muy injusto decir que no se ha logrado nada, porque se han logrado muchos derechos. Los derechos que tenemos ahora las mujeres se los debemos a otras generaciones de feministas que han luchado por el derecho al voto, al trabajo, a una vida libre de violencia. Sin embargo, quedan muchas lagunas, porque el hecho de que estén legisladas algunas cosas, no implica que se transformen también las prácticas.

Vivimos en una cultura machista, y seguimos reproduciendo muchas prácticas que no deberíamos reproducir, y que, sobre todo desde ciertos ámbitos, deberíamos tener una capacidad mucho más fuerte de cuestionar y de transformar. Porque a veces reconocer y nombrar este tipo de cosas es relativamente fácil, pero quitarlas de nuestras propias prácticas es un reto.

Has estudiado el tema de la filosofía política, y dentro de ella, te has enfocado la cuestión del reconocimiento, que implica principalmente la visibilidad, el valor y la justicia. ¿Cómo caracterizarías, en términos de visibilidad e invisibilidad, el estado actual de las mujeres?

Somos muchos más visibles ahora que en otro tiempo. Sobre todo en ciertos ámbitos. Queda claro que hay muchas mujeres que han destacado, pero creo que ahí está la trampa: vemos mucho a mujeres que han destacado en el deporte, como celebridades, en la política, empresarias también; pero no estamos viendo a las otras mujeres y no estamos viendo toda una serie de problemáticas que enfrentan las mujeres.

Cuando hablamos de visibilidad, hablamos, en buena medida, de lo público. Actualmente, buena parte de lo público se da en las redes sociodigitales, por cómo están configuradas las sociedades. De tal forma que si la pregunta es: ¿Estamos presentes ahí? La respuesta es: Sí, pero poco, y a veces mal, y no por las mujeres en sí mismas, sino por las dinámicas que se dan.

Por ejemplo: la violencia digital es mucho más fuerte contra mujeres que contra hombres. Esto no quiere decir que los hombres no la vivan, pero la viven de otro modo. Entonces, ¿somos más visibles? Sí, porque antes no estábamos y ahora ya estamos, pero no necesariamente de manera justa. Estar no significa que estés en las mejores condiciones; estamos muy mal representadas en lo público.

Y esto tiene que ver con el tema del reconocimiento. Para reconocer algo, primero tenemos que verlo. Y para verlo, tenemos qué pensar desde qué miradas estamos viendo eso que vemos. No siempre estamos viendo a las mujeres —ni a otros sectores, como la juventud y las infancias— no siempre les vemos de manera justa. Les vemos desde visiones estereotipadas, esperando que sean algo o que hagan algo.

Ante este escenario en el que las mujeres son visibles pero están mal representadas, y tomando en cuenta los tipos de injusticia que se pueden derivar de esto, ¿qué nuevos tipos de injusticia crees que existen actualmente?

No son tan nuevos. Ha habido injusticias en muchos sentidos, y no son tan nuevas. Las injusticias políticas son muy fuertes, pero también hay injusticias en la economía y en la cultura que, de cualquier modo, son injusticias políticas.

Pero también en los medios y en la tecnología hay muchas injusticias o asimetrías, y son bastantes y muy fuertes. En la vida doméstica también sigue habiendo bastantes asimetrías. Cuando se reconoce que un hombre decide poner en segundo plano su trabajo para atender a su familia, se le toma como un hombre ejemplar, y está bien, pero se olvida que las mujeres hemos hecho eso toda la vida.

Finalmente, con respecto a las instituciones y al rol de la tecnología: ¿cuál crees que es la institución que más ha contribuido a reforzar estas desigualdades y qué rol pueden desempeñar las tecnologías en todos estos procesos?

Todas. Todas las instituciones han contribuido a reforzar estas asimetrías, pero no todas por igual, pues obedecen a diferentes lógicas. Me parece que en todas se han mantenido estas lógicas patriarcales. Aunque con acciones pequeñas hay cosas que cambian, en realidad el cambio debería ser una apuesta por lo colectivo y por la historicidad.

Y sobre el rol que jugarán las tecnologías, me parece que el escenario sí es muy oscuro, pero no todo está perdido. Si algo he aprendido a lo largo de estos años estudiando a los movimientos sociales es que ahí donde hay opresión, surge la resistencia, la iniciativa y la esperanza.

Dorismilda Flores-Márquez es doctora en Estudios Científicos-Sociales por el ITESO. Ha realizado dos estancias de investigación en el extranjero, una en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, y otra en la Universidad Católica de Lovaina. Actualmente, es investigadora y presidenta de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación.

Texto trabajado por Christian Saúl Hernández Pérez

Dirección de Investigación y Doctorado