El 8 de marzo se conmemora el “Dia Internacional de la Mujer”, un día que invita a generar un espacio de reflexión sobre la lucha histórica que hasta el día de hoy mantienen las mujeres para lograr una igualdad sustantiva y el acceso a una vida libre de violencias.

El origen de este día tiene raíces en el movimiento obrero, en la búsqueda del derecho al voto de la mujer y mejores condiciones salariales y laborales. En el año 1857, las trabajadoras de una fábrica textil en Nueva York salieron a la calle a protestar por las duras condiciones de trabajo. A partir de ahí tuvieron lugar otros sucesos históricos, hasta que en 1910 se instauró el 8 de marzo como el día para revindicar los derechos de todas las mujeres. En México comienza su conmemoración cuando las mujeres obtienen el derecho al voto y se reforma al artículo 34 de la Constitución para reconocer la igualdad de derechos para las mujeres.

Por lo tanto, el día Internacional de la Mujer además de conmemorar el camino recorrido, permite que se generen espacios de diálogo sobre aquellos aspectos en los que las mujeres siguen siendo violentadas o discriminadas por su condición, entre ellos, lo que toca a “los cuidados”, eje al que convoca la reflexión de este texto.

Los cuidados son entendidos como las actividades no remuneradas que históricamente ha sido asignadas a las mujeres, implican los cuidados de niños, niñas, ancianos, personas enfermas o con discapacidades, labores domésticas, entre otros aspectos que son medulares para alcanzar el sostenimiento de la vida. Sin embargo, han generado una desigualdad y discriminación estructural hacia las mujeres ya que son asignadas exclusivamente a ellas por la creencia de ser tareas intrínsicamente femeninas. Al respecto, según Oxfam en el ámbito privado, más del 75% de dichas labores son realizadas exclusivamente por mujeres.

Los cuidados, al ser feminizados son vistos como algo secundario, que no tiene valor o que son menos importantes que otras labores remuneradas o de producción. Lo anterior se traduce en menores posibilidades de acceso a oportunidades educativas y laborales para mujeres y niñas.

El impacto que tienen las labores de cuidado en la economía es alto, en México, por ejemplo, el trabajo no remunerado de cuidados en los hogares represento el 22.8% del PIB en 2019, mientras que el trabajo no remunerado de los hogares destinado a la prevención, cuidado y mantenimiento de la salud representó el 27.3% del PIB por el sector salud.

Es por eso, que desde hace décadas las mujeres han señalado la necesidad de poner las labores de cuidado pagadas y no pagadas, como parte de la agenda política de los países que permitan la creación de políticas que garanticen que niñas y mujeres puedan vivir una vida libre y sin discriminación.

Es necesario que entendamos el cuidado como algo vital, que es merecedor de un valor simbólico y monetario, que permita visibilizar que sin estos cuidados la vida misma no podía ser sostenida. Es decir, si nos preguntamos ¿qué pasaría si las mujeres dejaran de cuidar? ¿entonces quién lo haría?, esto nos permite generar un diálogo como sociedad entorno a como el cuidado ha sido una situación que se ha invisibilizado y normalizado, es decir, se da por sentado que siempre habrá mujeres que continuarán con estas labores, que son gratuitos y que no tienen costos para ellas.

Pensar entonces en los cuidados implica un cambio de paradigma, abrazar la vulnerabilidad de la vida misma. En nuestra sociedad, todos y todas dependemos del cuidado tanto de manera individual como colectiva, por lo tanto, es competencia de la sociedad encontrar maneras de distribución y producción, que resignifiquen el cuidado de manera más ética, justa e igualitaria.

Referencias

Texto trabajado por la Psicóloga Mayra Aguirre

Cajas, M. (2022) El cuidado como una práctica amorosa que sostiene el mundo. Recuperado de https://feministaslucidas.org/index.php/category/escritos-de-feministas-lucidas/

Esteban, Mari Luz. «Los cuidados, un concepto central en la teoría feminista: aportaciones, riesgos y diálogos con la antropología». Quaderns-e de l’Institut Català d’Antropologia, 2017, Núm. 22 (2), p. 33-48, https://raco.cat/index.php/QuadernseICA/article/view/333111.