El uso de los dispositivos tecnológicos de la información, como todo en la vida, tiene pros y contras, por un lado, ha generado una conexión cercana con quienes queremos, no sólo a través de la red de internet, sino también, en relación a la inmediatez, lo que posibilita la comunicación: llamar a alguien o ser llamado, mensajear por texto, envío de audios, fotografías, ubicaciones en tiempo real, etcétera.

Sin embargo, también, son instrumentos de desconexión, logra aislarnos de aquello que no nos interesa o que angustia, o bien nos distrae si estamos aburridos o aburridas.

Además, el uso de las pantallas tiene que ver con poner la mirada y las pantallas ofrecen un sinfín de estímulos que fascinan, deleitan y cautivan. Se vuelven un espejo que permite reconocer quienes somos en el mundo.

Ante esta realidad, te planteo las siguientes interrogantes para hacer una breve reflexión: ¿Cuál es la foto de perfil de mi Instagram, Facebook o Twitter? y ¿Por qué?; ¿Qué fotos tengo públicas?; ¿Qué imagen muestro a los demás de mí?; ¿Qué contenido genero o suelo repostear?; ¿En qué momentos uso yo el celular/Tablet/Laptop, para conectar o desconectar?

Con esto, podemos pensar entonces, en nuestra identidad como personas, la identidad que deseamos mostrar al mundo y lo que queremos que piensen de nosotros.

Por otro lado, con el incremento en el consumo digital surgen nuevos conceptos como: “huérfanos digitales”, que corresponde a los que han crecido con una gran cantidad de acceso tecnológico, pero con muy poca guía; “exiliados o analfabetas digitales”, que han sido criados con una interacción mínima con las pantallas; “herederos digitales”, que tienen habilidades tecnológicas impresionantes gracias a la guía de sus padres (Samuel, 2017).

Los niños y niñas de hoy crecen sumergidos en los medios digitales, que pueden al mismo tiempo enriquecer y poner en peligro un desarrollo sano. Las nuevas recomendaciones acerca del uso de las tecnologías es ayudar a las familias a equilibrar el mundo real con el mundo digital desde el nacimiento hasta la edad adulta.

Lo más importante que pueden hacer los padres es ser los “mediadores mediáticos” de sus niños y niñas. Esto quiere decir, enseñarles cómo usar la tecnología como una herramienta para crear, conectar y aprender.

¿Qué dice la OMS de los tiempos en pantallas en los niños y niñas?, de las edades de 0 a 2 años: Nunca ya que puede generar daño ocular; de 3 a 6 años: Media hora a una hora al día, bajo supervisión parental y con aplicaciones adaptadas a su edad; de 6 a 12 años: Una hora a hora y media al día; de 12 años en adelante: Una hora y media a dos horas al día.

Así que, ya lo sabes, puedes establecer un horario para estar frente al celular o la Tablet para que aproveches al máximo el día y logres tus actividades.

Texto trabajado por: Mtra. Lorena Alejandra Estrada Juárez, Licenciada en Psicología Clínica y Maestra en Educación por la Universidad del Valle de Atemajac, Maestra en Psicología Clínica por la Universidad Autónoma de Querétaro, Docente en Educación medio superior y superior. Facilitadora de talleres de prevención con perspectiva de género para adultos(as) y niños, niñas y adolescentes. Coordinadora del Modelo Planet Youth en León. Consulta privada.