El Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se celebra el 10 de septiembre, está organizado por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio. El objetivo de esta jornada, que copatrocina la OMS, es demostrar que estos actos se pueden prevenir, es por ello que la Mtra. Adriana Alcaraz docente de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad De La Salle Bajío compartió un panorama de esta problemática en la sociedad contemporánea.

“Existen ciertos temas que a nivel social no sólo dejan un fuerte impacto, de esos que literalmente nos sacuden fuertemente, sino que además nos implican a todos los miembros de la sociedad para prevenir que suceda, o en todo caso,  enfrentar sus dolorosas consecuencias, entre esos temas se encuentra el suicidio, lo vemos en películas o series”, explicó.

Afirmó que mucho se ha investigado al respecto, en términos de salud pública, porque su ocurrencia afecta no sólo a quienes lamentablemente tomaron esta opción para acabar con su dolor emocional, sino que, afecta también, y muy duramente, a sus familiares y amigos cercanos, quienes sobrevivirán su ausencia, pero siendo proclives al riesgo de también realizarlo.

En el mundo en general, este es un grave problema de salud mental, ya que se suicida una persona cada 40 segundos y en su mayoría son jóvenes o adolescentes, señaló la también Psicóloga.

“En México, hay un aumento en las cifras por cada año que pasa, y cabe mencionar que es más frecuente en hombres que en mujeres y en jóvenes de entre 14 y 29 años de edad, llegando en 2020 a 7,896 suicidios, según los datos proporcionados por el INEGI. Es muy importante saber que, el incremento gradual y constante de este fenómeno es el resultado de una serie de factores que van desde lo social, lo económico, educativo, familiar y hasta lo “personal-existencial”, compartió la Mtra. Adriana.

Señaló además que en algunos casos está relacionado  con la depresión y con la ansiedad, síntomas que no se deben minimizar cuando se detecta en las personas, ya que son desórdenes emocionales que van mucho más allá de la simple voluntad de quien los padece, de querer estar tristes, alegres o tranquilos. 

Por otro lado, explicó que etimológicamente el suicidio es una palabra que proviene del latín, suicidium  (sui-uno mismo; caedo- matar) y que significa que una persona de manera voluntaria se provoca la muerte, pudiendo hacerlo por diferentes métodos.

“Pues, no es para menos con el estilo de vida que viene imperando en esta sociedad contemporánea, Bauman la llama “sociedad líquida”, Lipovetsky la llama “la era del vacío”, Han la llama “sociedad del cansancio”, pero, independientemente del nombre, se hace referencia a esta época en la que parecemos haber perdido la capacidad de asombro, producto de una situación en la que los aparatos sociales no alcanzan a mantener las condiciones de vida óptimas, que por sí mismas permitan que los sujetos contemporáneos se puedan sentir plenos y acompañados, a eso podemos sumar las condiciones recientes de pandemia por COVID-19, que con los confinamientos y las pérdidas de oportunidades de trabajo,  de la afectación en los ingresos económicos, la falta de convivencia social, etc., se exacerbaron los síntomas ya presentes”, manifestó la especialista.

También, dijo que es importante recordar que el ser humano cuenta con un libre albedrío y con ello la capacidad de decidir qué hacer con su existencia; los jóvenes han sido muy susceptibles a las duras condiciones de esta sociedad de consumo en la que se tienen a la mano muchos dispositivos tecnológicos para poder estar comunicados, pero paradójicamente se está en mucha soledad, con padres muy ausentes y con presencia de fuertes sensaciones de vacío.

“Entonces, si notamos que nuestro compañero o compañera, de clases o de trabajo, o incluso de la vida, nuestra hija o hijo, nuestro hermano o hermana, quizá nuestro amigo o amiga, se muestra más cansado de lo normal, con desánimo por hacer lo que le toca cotidianamente, o con sensaciones de “sinsentido” de la vida, no dudemos en prestar escucha a todas sus sensaciones, hablar con ellos y escucharlos atentamente, o incluso facilitarles los medios para que reciban ayuda profesional al respecto, y transmitirles el mensaje de que aún hay algo por intentar”, comentó la docente Lasallista.

Finalmente, señaló que es de suma importancia estar atentos a los cambios de ánimo de las personas cercanas, no subestimar su sentir o denigrar lo que piensan, porque con estas señales de alerta, el suicidio se puede prevenir.